sábado, 21 de febrero de 2015

Belchite: la Guerra Incivil.

"Pueblo viejo de Belchite/
ya no te rondan los zagales/

ya no se oirán las jotas/
que cantaban nuestros padres"


Tenía pendiente la visita a este mítico enclave desde hace años. Todos hemos oído hablar de Belchite alguna vez, principalmente por los hechos que haya acaecieron durante la cruel Guerra Civil. La visita fue con permiso, organizada por la oficina de turismo de Belchite, la cual fue totalmente satisfactoria y que recomiendo encarecidamente realizar.

No pasaré a detallar la historia de dicho lugar, hay mejores páginas para ello, y mejores ocasiones, cómo la antes citada visita guiada que organiza el pueblo, a manos de expertos que nos detallan cada trocito de la historia, y nos explican que había en cada rincón.

Pasaré a exponer las fotos realizadas, tanto mías cómo por mi pareja, no sin antes intentar exponer la sensación que uno recibe a cada paso que da mientras caminas por las viejas calles. La perfecta simbiosis de estar escuchando la guía que detalla encarecidamente la historia, con la visión actual del pueblo, es una experiencia totalmente gratificante, que permite, haciendo un ejercicio mental, imaginar los hechos allí ocurridos con total perfección.

Desde aquí quiero hacer mi pequeño homenaje a esta parte de nuestra historia, y de las más de 6000 personas que perdieron la vida en Belchite. Un pueblo que nos homenajea con su historia, al que debemos rendirle a su vez homenaje, contribuyendo a su mantenimiento y difusión, para que su imagen y recuerdo perdure en la prosperidad.



Omnipresente imagen del viejo pueblo de Belchite. Destila tristeza, lucha, victoria, derrota, historia, patrimonio, ganadores y vencidos, amigos, enemigos, muerte y vida.

Imponente fachada del antiguo casino del pueblo, las puertas se tapiaron años atrás para evitar daños en quien se adentraba en el interior de los maltrechos edificios.

El estado de las viviendas es en muchos casos extremadamente precario, aún así se respira un ambiente desolador y bello a la vez.

Interior de "villa Domin", una casa lujosa para la época, constando de numerosas plantas y estancias. El general Franco en este mismo punto declaró Belchite intocable, para "inmortalizar la barbarie roja".

Detalle de la enorme torre que coronaba una de las tres iglesias del pueblo, que sirvió cómo último emplazamiento para otros menesteres no religiosos.  

El deterioro está presente en cada rincón, cómo anfitrión que nos acompaña durante toda la visita


Vista interior desde la iglesia, desde la que se divisaba todo el pueblo



Preciosa estampa al atardecer, en la que los últimos rayos del sol bañan las viejas paredes del pueblo. 




Gigante abatido y abandonado que resurge de sus cenizas gracias a la voluntad de los que amamos el patrimonio histórico que no debe de caer en el olvido.

Belchite: patrimonio histórico y arquitectónico.



Belchite: ese pueblo abatido, sigue alzando su belleza y conquistando a sus visitantes. Algo nunca muere mientras haya alguien que lo recuerde.

La guerra está presente en cada pared y esquina del pueblo




Interior de la iglesia por dónde se tomó el pueblo de Belchite. Un gran agujero permitió la entrada de las tropas en la ciudad, lo que supuso el inicio del fin

Muchas edificaciones se han abatido, por la mano del hombre o del tiempo

La mayoría de las viviendas y demás edificaciones están completamente derrumbadas.

Entrada al viejo pueblo de Belchite

Calle principal del pueblo




En éste rincón hay más de 70 personas enterradas en una fosa común. A modo de recuerdo se construyó este lugar, aunque unos seres más cercanos de la edad de piedra que de nuestros tiempos por decirlo suavemente, se dedicaron una oscura noche a romper la lápida. Ésta penosa acción está en manos de la justicia, a espera de dictar sentencia.

Cruz de hierro forjado que simboliza el pasado, la guerra, la muerte, y la esperanza.




Legendaria inscripción a la entrada de la iglesia


Esqueletos de vehículos aguardan en este granero


Fachadas vacías, cómo testigo de lo que fue Belchite años atrás


Plaza de la iglesia

Las bonitas calles adoquinadas han dejado paso a los únicos habitantes del lugar: tristeza y soledad
Nos despedimos de Belchite atravesando carreteras que surcan campos y llanuras interminables: simplicidad y belleza.

2 comentarios:

Elena dijo...

Un reportaje genial, para poder recordar ese día que pasamos juntos en Belchite. Fue increíble pisar ese suelo lleno de historia. Gracias por llevarme a sitios como éste, merece muchísimo la pena poder verlo. Personalmente, cada rincón me ponía la piel de gallina, sólo imaginando todo lo que vivieron sus habitantes.
Gracias gracias gracias por contarme tantas historias y por transportarme tan lejos, te quiero muchísimo.

Kirsti dijo...

Kauniit vanhat rakennelmat.